viernes, 8 de abril de 2011

Rechinan persianas

Rechinan persianas en lo bajo,

El sueño se torna vigilia, taquicardia, vacío

Y el deseo que despierta se reconoce angustia



Rechinan en mi mente las bajas persianas de un amor prófugo

Mientras se alejan presurosos los negados pasos que

se pierden confusos entre libros y cafés



Rechinan en lo alto párpados de chapa, tensos por la ansiada soga

El amor se confunde y se cree ira, la ira se confunde y se cree muerte

Muerte que no asusta, que abraza, que libera…



Cae por favor telón de ferrite!,

Hazlo ingrávido y silencioso, cálido y fulminante

No dañe ya mis tímpanos tu roce metálico

Abráceme ya la sombra eterna



Contrae tu músculo inerte y mecánico una última vez,

Y que ya no seas penumbra;

que el pétreo tapíz encolumnado se haga traslúcido frente a tí!

y mis entrañas se revelen definitivas, ineludibles, obligatorias, absolutas..



Resuena lejano el eco rechinante, expulsorio.

Apenas audible, aún audible, la esperanza desgarra en jirones la retorcida tripa

Se encumbra. se aleja, se oye y se pierde…

Se divide en mil sonetos, en mil canciones y desaparece, inaudible…



Ya no sangra el tímpano, ya no se eriza la piel,

Ya no pena mi alma tu sordera, ya no carga en ella tu condena.



“Lo que el amor se rehusa a entender bien comprenden el odio, la angustia y el rencor”.
Safe Creative