lunes, 7 de diciembre de 2020

LA FILOGOMÍA

MANIFIESTO


Acápite

Espero que en el futuro poco importe de donde surgió el termino "filogomía" ó "plenipatético". Imploro no se indague en este sentido más que a título informativo. Para ser coherente consigo mismo este bautismo no puede tener origen en ninguna persona porque nace de la relación entre pares significativos. Poco importa cuál fue el canal si lo que resonó no es más que la amplificación de una experiencia que encuentra su causa en la realización de un colectivo.

Tod@s tienen que poder decir qué forma parte de la filogomía y de ese modo enriquecerla y nunca nadie arrogarse su creación o reforma. Filogomía y plenipatéticos son términos ocurrentes quizás pero describen algo que no se origina en su mención, que es atemporal y mucho más grande que el signo, que cuando mucho justifica unas pocas palabras de presentación.

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La filogomía es la filosofía que profesan los que aman la amistad. La de aquell@s que suscriben a la noción de que el sentido en la experiencia humana únicamente se produce en el “entre” de toda relación con un otr@.

Convencidos de que ningún sentido tiene un ser humano si no es en relación con la otredad y del mismo modo prevenidos y conscientes de la complejidad y el imposible que representa el encuentro total en tanto y en cuanto el mal entendido es origen de toda vincularidad, desde lo fantasmagórico del yo y el tú adoptamos el sentido del humor como aglutinante de ese fracturado y opaco cristal y nos hacemos llamar alegremente : “plenipatéticos”. Porque así es como entra la luz… (Ernest Hemingway)

Porque deambulamos por la vida desde “la falta” y despreocupados pero despiert@s adoptamos la falta como un vacío originario, lleno de todo lo que aún no tiene forma, como la matriz y en el sentido de una formación supermasiva con la potencialidad de poner la energía anímica en movimiento y crear universos interpersonales a su alrededor.

Los plenipatéticos caminan contemplando, desarrollando, convidando con sus propias actitudes a experimentar el fenómeno del amor por las personas, por la vida y la existencia celebrando de cuerpo presente, de corazón latiente y alma vibrante la mismidad en los otr@s y la otredad en nosotros mism@s sin pretender desvelar el misterio del ser, sino más bien celebrándo su opacidad.

La filogomía es rizomática porque ama la horizontalidad, ver los lazos crecer, nutrirse y transformarse libremente tejiendo redes infinitamente diversas de significatividad vincular.

La filogomía es libertad experiencial, no adopta ni reconoce otra moral que la que mana del principio de generatividad universal y acepta e integra los límites organizadores necesarios de su principio antitético, la entropía.

Por estar sustendada en la libertad y en “la falta”, en el respeto al orden y al caos, al misterio y no perseguir la quimera de nombrar lo innombrable es que la filogomía no da cuenta del status en lo humano. No hay ni habrá nunca quien pueda decir “eso no es filogomía”.

Al mal interpretar estas palabras, o contradecir algún elemento nombrado, si alguna vez su autor se pronunciara en tal sentido, no estaría excomulgando de la filogomía a su interlocutor. No podría jamás ni él ni nadie, porque la filogomía no fue creada, sino simplemente referida en estos términos por vez primera y toda mención posterior no hará más que seguir su lógica rizomática enriqueciéndola más y más. Plenipatético es quien sienta serlo…

En un cierto sentido la filogomía es un retorno a la tribu. Es un retorno al sentido ceremonial y sagrado de los rituales colectivos, al encuentro como catalizador, facilitador y generador de lazos. Cada nuevo plenipatético que se integra en un clúster lo hace a través de un rito de paso. Sin saberlo, sin grandes preparativos ni misticismos; basta un encuentro significativo para volverse un plenipatético más.

Y lo que hace que un encuentro sea o no significativo no es más que la genuinidad y la congruencia, la mutua representación, la libertad experiencial, la aceptación del otr@ que no requiere identificación o simpatía pero encuentra en la interacción algo que revaloriza la propia experiencia presente y la enciende y vivifica llevándola a un estado de celebración de la existencia misma que trasciende lo instrumental, lo objetal de las interacciones humanas y allí… cuando esa experiencia se escenifica, cuando inadvertidamente el misterio se presentifica y el gozo y la común-unión disuelven bloqueos y constructos un plenipatético se realiza y a través de él el universo entero inhala…

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