No creo en la permanencia
de entidad alguna,
que separada de todo lo demás
Persista más allá de la muerte.
Pero en un universo justo
Sería necesaria,
natural e incuestionable
su existencia
Pasan por este mundo tantos impíos
Que gozan del privilegio del oxígeno
Y cambio solo destilan venenos sembrando el desamor,
aniquilando nobles espíritus con palabras de odio, intrigas y silencios espureos
que no puede ser su destino el mismo que el de aquellos que al partir dejan un legado
de amor y transformación
Esas pocas y bellas almas que han descubierto la inutilidad de sus propósitos mundanos y renuncian a ellos con templanza y en cambio honran su finitud al servir a la humanidad en su camino al despertar
Sean eternos, esos seres profundamente sensibles que han descubierto que en el amor al proyecto humano de convertirse en persona reside el único sentido y propósito trascendente del efímero viaje que nos toca emprender
Esas personas que amo profundamente y que me inspiran en cada momento de zozobra merecen recordar su existencia por siempre y volver a pisar la tierra cada vez que así lo elijan porque acá siempre los echaremos de menos, acá siempre nos harán falta para guiarnos, para amarnos y hacernos sentir confianza en nuestros pequeños y anónimos destinos mientras deformes, inseguros, letales, efímeros o resplandecientes deambulamos heridos y a ciegas por nuestros escenarios más temidos buscando la salida del laberinto, anhelando que la piedra no vuelva a caer, que la luz del sol fianalmente penetre en la caverna...
Me susurró un ángel en mis sueños una vez... Quizás el cielo sea experimentarse en la tierra viviendo plenamente desde el amor porque en el amor toda la experiencia es una, eterna y completa.
Quizás el infierno sea el miedo de no poder aceptarlo.