Cruzó la puerta, era un hombre bajo, calvo, de plomiza mirada, llevaba puestos unos gastados guantes de cuero negro; bastaron unas pocas palabras para notarlo obtuso, no cerró la puerta. Colgó su sombrero gris en mi perchero, y retiró la silla de mi escritorio; parecía estar armando frases, lo noté por la intensidad con que por momentos miraba el parquet. Miró detenidamente todo a mi alrededor, dirigió la vista hacia mí, memorizó mi silueta, no dijo palabra. Su actitud era muy rara, comenzaba a inquietarme, temí por mi vida - ¿yo paranoico?, ese hombre quería asesinarme ¿no lo notas?, mis palabras lo describen, este hombre no tenía modales o sí pero parecían no serle necesarios en ese momento. Se sentó y cruzó las piernas por fuera del escritorio, me miraba de soslayo, me disminuía; ¿asustado?, ¡por supuesto que me asusté!, ¿no te asustarías tú si un hombre tan misterioso entrara en tu oficina sin una cita, colgara su sombrero en tu perchero, inspeccionara todo el lugar, se sentara en tu silla y no dijera ni siquiera el motivo por el cual había venido?, ¡dime!, ¡¿no temerías que te asesine ?!.
El obtuso señor, introdujo su mano en el arrugado saco; ¿lo haría?, realmente me mataría en mi propia oficina a las 10 a.m;
-rápidamente, pensé- Si así fuera, el arma debía tener silenciador y no cabría en el bolsillo interno del saco, ¿donde lo ocultaría?, ¡dime!, ¡¿donde lo oculta?!. Debo pensar algo... escapar mientras coloca el silenciador, gritar, no sé....
¿preguntarle?, y si se arrepiente y me perdona, ¡no!, no puedo preguntarle, si lo hago tendrá que matarme definitivamente, yo lo haría, ¡cállate de una vez, no me dejas pensar!. Movía su mano dentro del saco como coordinando un movimiento, EL SILENCIADOR-pensé- , lentamente comenzó a retraer su mano y una ola de chispas recorrió mi cuerpo como energizándolo, inmediatamente, un asfixiante y ensordecedor vacío pareció producirse en el ambiente, me miró fijamente, socarrón, calmado y continuó deslizando su mano y a continuación su brazo por aquel ordinario saco de feria americana, el vacío era como la sala de espera del infierno. Todos mis líquidos corporales parecieron secarse como si mi organismo comprendiera la inutilidad de continuar funcionando bajo esas circunstancias y decidiera retraerse y divorciarse de mi voluntad.
¡¿Un habano?!, ¡que estúpido!, como puede ser, cómo no lo advertí antes; no me dispararía ese hombre, me ahorcaría.
Cuando al entrar miró a mi alrededor, buscaba el lugar más alto para colgarme. ¡El sombrero!; ahora entiendo el recaudo con que colgó el sombrero en el perchero, seguro que advirtió las cuerdas nuevas que compré para mi piano, eran do mayor, las ideales para asficciarme antes de que la presión me cortara la yugular. ¡cállate ya!, no me dejas pensar, ¡correr hacia la puerta es otra de tus tontas ideas!, no te das cuenta que de esa manera solo aceleraría el proceso, no te he dicho que estoy paralizado, para cuando lograse mover alguna de mis piernas, ese hombre ya estaría encima mío.
Me alejé del escritorio mirando el ventilador, estaba justo debajo de él; al retirarme tropecé con el regulador de velocidad y lo encendí al máximo, ¡que brillante!, con el ventilador a esa velocidad no podría colgarme allí.
Las cuerdas del piano, aún estaban en el perchero; ¿porqué no había dicho ni una palabra desde que llegó?, parecía estar calculando mis movimientos, anticipándose a mis razonamientos. Sabía que no duraría mucho más esta situación, la tensión comenzaba a notárseme en el cuerpo. Tenía que deshacerme de las cuerdas ¡¿otra vez tú?!, como se te ocurre que puedo usar el teléfono, no piensas que podría ahorcarme con el cable, ¡quieres, facilitarle las cosas a él acaso!, ¡ahhh..!, ¡como no lo advertí, antes!, ¡eres su cómplice, estás de su lado, planean matarme juntos!, ¡tú!, ¡tú!, ¡ nooooo!.
-Autor: ¡YÁ no hables conmigo!, ¡Silencio y haz tu papel!.
(Esta historia escapó de mis manos, me disculpo con los lectores, a veces los personajes toman voluntad propia, se encarnan y revelan. Es deber de su creador devolverlos a donde pertenecen, al papel y a la fantasía de quien lo lee....)
Retomaré la historia.
Entonces caminé lentamente hacia el perchero, casi serpenteando me ubiqué delante de él, llevé mi mano derecha a mi espalda y tanteando tomé las cuerdas y poco a poco las metí en mi bolsillo. Estaba salvado, aunque ese hombre intentara matarme con sus propias manos tenía mas probabilidades de sobrevida en una lucha cuerpo a cuerpo que en cualquier otra situación. Cuando terminaría todo esto, ya no soportaba la tensión, en un instante bajé la cabeza para relajar y al levantarla nuevamente, advertí que ahora estaba yo a escasos dos metros del asesino ¿ y si tenía un cuchillo en sus saco?, con un solo movimiento veloz podía incrustarlo en mi estómago, sin duda. No soporté la tensión y pregunté: ¿señor?... ¡¿qué quiere usted, conmigo?!, ¡hable!.
¡no! ¡no!, ¡¿que haces?!, ¡imbécil!, ¡me matará!, ¡te dije que no lo hicieras!. ¡¿Porqué le preguntas?!
El señor contestó ofuscado: Siéntese, Señor Stevens, su acento se notó cerrado y convincente.
Yo soy Lloyd Clarens el nuevo Gerente General de la financiera, y de usted, lo único que quiero es su renuncia, cuando entré observé lo sucia que está su oficina, ni siquiera me ofreció sentarme, se la pasó mas de cinco minutos mirándome como si estuviera planeando matarlo, no me alcanzó ni un cenicero y para colmo de males remata con esa pregunta y en ese tono; honestamente señor yo creí que después del incidente con los clientes de la petrolera estaría usted mas manso y podría hacerlo reflexionar sobre su actitud, pero veo que después de 15 años de trabajo en la firma usted ya no es un buen elemento.
¿Pero señor?... Esas personas, la petrolera, planeaban intoxicarme si no bajaba los intereses del préstamo, me lo advirtieron, ellos mismos lo dijeron, por eso robé su maletín, solo para saber que llevaba dentro.
-destilaciones Stevens, que otra cosa puede haber en el maletín de un Petroquímico.
-¡no!, era veneno para mí y para sus socios, quería matarlos para ser el único dueño del los capitales y que yo no fuera testigo de su homicidio en masa, seguro alegaría un escape de gases y pagaría idemnizaciones de por vida, total ser único dueño del capital de la mas importante petrolera del mundo es prácticamente ser el dueño del mundo.
- ¡como se te ocurre semejante historia!, yo no lo quería creer, pero es cierto lo que dice el licenciado ¡tú eres un paranoico! Y si quieres conseguir trabajo en algún otro sitio más te vale presentar la renuncia o te echaré y no conseguirás trabajo ni de vendedor de polizas de seguro.
- pero... Señor...
- NADA. Que renuncies, no tengo nada más que hablar contigo. Antes de irte pasa por la administración a buscar tu liquidación. ¡ADIOS! y suerte.
TÚ, TÚ, ¡me la pagarás!, maldito aficionado a la escritura debí saberlo, lo planeaste desde un principio, yo no soy paranoico soy el único personaje que sabe que lo és, el único que se reveló contra la pluma que lo domina. ¡Yo soy YO! ¡No tu maldito títere imbécil!...
Autor: ¿¡Vos sos quién!?
-¡¡¡YOOO!!!
Autor: ¡jajajajjajaja!. Estás muy equivocado personaje monocorde de historia corta. VOS!, VOSSS SOS YO!
-Pero, pero….
-Autor: Pero nada, mirá así son las cosas.. siempre la última palabra será la mía y la anteúltima y todas las demás JAJAJAJJA. No sos mas que producto de mi aburrimiento y esta historia y tú ya me valen así que…
FIN!