Cuenta la leyenda que Thinos fue condenado por el despotico rey Camalonius a ser arrojado a las arenas movedizas por cuestionar su autoridad sobre el feudo y negarse a pagar el tributo exigido por habitar territorio fértil.
En esos tiempos era muy generalizado el descontento en el reino pero nadie se atrevía a desafiar la autoridad real pues era conocido el sadismo de camalonius que se encargaba personalmente de diseñar los castigos por desobediencia.
En general los castigos eran colectivos para que aquel que osara desafiarlo no solo se viese perjudicado por el castigo corporal inflingido hacia él sino que sufriera simultáneamente la segregación de sus propios aldeanos. El miedo era la principal moneda de curso legal.
Pero en esta ocasión el rey hizo una excepción. Cuando fue desafiado por Thinos noto en su mirada la indiferencia hacia la muerte y el dolor, la falta de todo temor y no pudo soportarlo y fue entonces que supo exactamente cual sería el castigo perfecto y ejemplificador por no someterse ni claudicar ante su presencia.
Las arenas movedizas eran la peor tortura del reino, recaían sobre ellas el maleficio de la reina Ofidia que antes de ser destronada y encarcelada por camalonius por brujería le juró en venganza que un día ella misma lo arrojaría a sus abrasivas y viscosas entrañas.
Thinos fue desnudado, sus posesiones confiscadas, su casa incendiada, su familia desterrada y vendida como esclavos a un reino satélite. Fue trasladado a pie desnudo por pastizales resecos durante dos días y finalmente luego del largo purgatorio arrojado a las arenas.
Luchó por mantener su cabeza a flote, el esfuerzo era sobrehumano; apenas lograba mantener su boca y por momentos su nariz fuera de las arenas para poder respirar, se sacudió intentando asirse hasta el total agobio. Cuando sus fuerzas menguaron y ya no pudo intentarlo más acepto su inevitable destino y se dejo ir...
En el momento que sintió que la vida abandonaba su cuerpo y la luz de su conciencia se apagaba definitivamente las arenas lo escupieron a la superficie como un bocado indigerible y se transformaron luego de su regurgitación en un lecho suave y cálido que lo cobijó y lo hizo sentirse protegido.
Podía ver el pastizal a solo unos metros pero no había posibilidad alguna de mover su cuerpo, apenas podía con el esfuerzo de mover sus pulmones para no desfallecer.
Contempló con borrosa mirada aquellos tiernos pastizales alrededor de las arenas y espero a tener las fuerzas para poder arrastrarse.
Incontables horas pasaron hasta que al fin sintió que volvía a tener control de su cuerpo y quizás podría lograrlo. Comenzó a arrastrase hundiendo sus dedos en aquel colchón mullido, pero apenas comenzó a moverse las arenas lo tragaron nuevamente.
Sentirse repentinamente cuidado por aquello mismo que lo sometía continuamente quebró su espíritu por completo hasta ya no poder siquiera reconocer su propia humanidad. Sentía su existencia totalmente indigna y para sobrevivir se olvidó de si mismo y cual sisifo se limito tan solo a repetir el eterno ciclo una y otra vez.... retorcerse para mantener su cabeza fuera de las arenas, desfallecer, emerger y volver a luchar, una y otra vez...
Nunca más tornó su mirada hacia la verde pradera pues ningún sentido tenía la añoranza que solo hacía su castigo aún más cruel.
Dice la leyenda que Thinos fue condenado a luchar durante toda la eternidad por su vida añorando la verde pradera, su campo labrado y la vida familiar que le fue arrebatada por el despótico lider.
Un día muchos años después un aldeano fue arrojado junto a él y así supo que su amada esposa Themis y su hija Atenea habían muerto por hambre y agotamiento en el reino satélite del norte al que fueron vendidas como esclavas. Desde ese momento intento sin éxito quitarse la vida cada día que al recobrar el aliento las arenas volvían a engullirlo.
En una noche de fuerte tormenta Tinhos apelo a la autoridad de Zeus y ofreció su eterna obediencia a cambio de una sola concesión:
"Zeus dios todo poderoso que reinas sobre las tempestades tu poder no puede liberarme de mí tormento pero puede infundirlo sobre quienes me han arrebatado por su propio beneficio todo cuánto me era querido; seré tu obediente soldado por toda la eternidad si terminas para siempre con el el imperio de robo, saqueo y esclavitud que somete a nuestro pueblo".
Zeus accedió y le dijo a Thinos:
" El cielo y la tierra son testigos fieles de tu tormento y acepto de buen grado recibirte en el panteón, llegaras con Gloria y tendrás un especial sitio a mí lado, tu tarea será romper las cadenas que someten a tu pueblo por toda la eternidad y te acompañarán para ello además del inmenso poder del cielo azul la fuerza del sol radiante y llevaras una corona que portará un laurel por cada día que pasaste en las arenas del tormento pero debes saber que mis poderes tienen un límite. Puedo reducir a cenizas al tirano que te arrojo a las arenas eternas y a la maléfica reina que conjuró el martirio pero solo podrás librarte de tu yugo cuando tu pueblo venza el miedo que lo mantiene cautivo y de la espalda a la tiranía sin miramientos, ni reparos pues la arenas del eterno tormento se alimentan de él"
Zeus y Gea se unieron y mes tras mes llevaron el mensaje al pueblo que pronto comprendió que algo muy malo sucedía con su reino, los campos se habían vuelto infértiles y los ríos se evaporaban con gran rapidez, la escazes de lluvias no tenía precedente. Durante décadas perdieron cualquier oportunidad de progreso, a pesar de la hambruna y las enfermedades el tirano aumentaba los tributos, seguía robandoles y castigándolos cuando se neganban y saqueando el reino para sostener su autoritario poder y placeres personales. Las cosechas y el agua apenas alcanzaban para no morir todos de hambre.
Finalmente el séptimo día del onceavo mes del vigésimo tercer año desde que Thinos fue arrojado a las arenas, mientras el rey Camalonius se paseaba ocioso acompañado por la obsecuente corte junto a la jaula que contenía a Ofidia con la que por un perverso placer personal solía dar sus paseos dominicales, fueron alcanzados por un rayo repentino y fulminante quedando reducidos a cenizas.
La voz se esparció rápidamente por el reino y los aldeanos campesinos, herreros, talabarteros y demás trabajadores asaltaron el castillo.
Entonces Thinos comenzó a notar que las arenas se solidificaban poco a poco y en el preciso momento en que las cenizas de la tiranía fueron colocadas para siempre en la misma urna real en la que guardaban todo el oro robado al pueblo, Thinos emergió, se puso de pie y caminó por el verde pastizal hasta el castillo.
La muchedumbre lo llevo en andas y lo coloco en el trono y le dijo: "Tu eres nuestro rey ahora, amigo de Zeus y de Gea, el mensaje de los dioses ha sido claro, la potencia de la luz y la esperanza nos ha llamado a romper nuestras cadenas y volver a declamar nuestro grito de libertad, ahora tú debes guiar nuestros destinos"
Y Thinos contesto: "Yo soy ustedes, ustedes son yo mismo. Somos igual y nuestro destino es uno y el mismo; comienza aquí y ahora y nadie podrá evitarlo. Juntos todos elegirán sus líderes y reinarán con prosperidad en igualdad de condiciones y yo desde el panteón junto a mis amadas Themis y Atenea cuidare por siempre de su buena estrella.
Una insignia flameara por siempre en este territorio con los colores del cielo azul y el sol radiante que les recordarán cuánto hemos perdido por temor a romper nuestras cadenas y lo que hemos logrado con ese inconmensurable sacrificio.
Nunca olviden el grito sagrado, nada es más importante.
VIVA LA LIBERTAD!
