gracias al aroma de un biscochuelo casero que interceptó mí furiosa marcha.
Ese dulce y hogareño aroma en la fresca y soleada tarde de domingo después de la tormenta, me confronto con mí furia y me recordó la repetición en mi historia.
Ya han sido suficientes poemas de desamor. He aquí el rizoma, la línea de fuga:
No volveré jamás a dedicar nuevamente una sola estrofa a la desdicha, al desencuentro, al sentimiento de abandono. Me resisto. No volveré a juzgarme por el desinterés de un otro, no volverá mí espíritu a la congoja por haber apostado a una causa pérdida.
Mí próximo poema será de amor, de un amor pleno, realizado, presente y valiente. Será un poema de encuentro o no verá este mundo otra obra de mí parte a no ser mí propio epitafio.
Escribo porque amo, y porque amo caigo en el desamor. Entonces no levantaré más monolitos en honor la falta. Ya han sido suficientes.